Árboles y hojas nº45 Colección Leonardo

Viciana Editorial
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9788881721405
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Los árboles y hojas de la colección Leonardo

El árbol encierra en sí múltiples valores y evoca significados y contextos diferentes y complementarios: fuerza y crecimiento, lozanía y sombra, solidez y caducidad, duración y renovación. Las raíces que penetran en el suelo y las ramas que se extienden hacia lo alto representan simbólicamente la tensión al a trascendencia que hace del árbol un elemento sagrado. La empatía que siente el hombre por él se encuentra en la literatura, en el episodio virgiliano de Polidoro, retomado por Dante en el canto XIII del Infierno, durante el encuentro con Pier della Vigna: de la rama quebrada salen a la vez palabras y sangre. Si el árbol es vida, la suma de muchos arboles forman un bosque, un sitio oscuro por excelencia, en el que es fácil extraviarse y perder la senda. Para los niños, el árbol es algo positivo, que connota el paisaje junto con el sol y la casa, mientras que el bosque es temible, sede, en las fábulas, de las fuerzas del mal.

La palabra “árbol” es una abstracción que indica una infinita variedad de ejemplares. El clima, la latitud, la altura y otros factores locales, junto con el tiempo atmosférico y el alternarse de las estaciones influyen para crear la especificidad de cada árbol. El árbol con las ramas cargada de nieve, el árbol postrado por la furia incesante del viento o el árbol caracterizado por el lento transcurrir e los años y de los siglos son algunos de los posibles tipos que nos propone la naturaleza. A esta variedad sin limites, fuente de inspiración inagotable para el artista, se añaden emociones y sugestiones personales que contribuyen a la realización de las mas variadas soluciones gráficas, en algunos casos muy osadas.

Dejando de lado el tema del árbol y las hojas como motivo iconográfico de la Antigüedad, época en la que estos elementos no eran sino decorativos, como las hojas de acento y los sarmientos de las vides, o bien estaban relegados como fondo, tenemos que centrarnos en épocas más recuentes para que el árbol se convierta en el protagonista de una obra de arte, ya sea de pintura o escultura. 

Entre los primero pintores que podemos recordar por haber elegido el árbol como tema exclusivo de la obra, ataremos a Hercules Seghers (ca. 1590 Haarlem - 1638 La Haya). En Dos árboles, de 1625 Seghers logró un resultado notable, con la técnica de aguafuerte, diferenciando con una intuición modera a los dos arboles: uno está representado con todo detalle en la delicadeza de su follaje, al otro prefirió dejarlo indefinido. 

En Europa, con el Romanticismo se afirma una nueva sensibilidad por la naturaleza, e inspirados en el poeta alemán Friedrich Schiller la pintura de paisaje se eleva a la categoría de arte mayor, como nueva expresión del sentimiento. En Alemania, Caspar David Friedderich (174-1840) suma al a perfección de las formas de dibujo y al color fuertes significados simbólicos y alegóricos. Obsesionado por el paso del tiempo, que se refleja en el ciclo de las estaciones, en el cuadro Roble en la nieva  de 1829 (Nationalgalerie, Berlín) Friedrich representa en las ramas muertas y sin hojas el signo glorioso pasado del pueblo alemán, cuyo renacimiento esta representado de forma simbólica en las hijitas que nacen del as raíces. En Inglaterra, John Constable (1776-1837), considerando la pintura como una ciencia que investiga las leyes de la naturaleza, se dedica con meticulosa precisión documenta lista a la reproducción del árbol, como lo demuestra su Estudio del tronco de un olmo (1820-182, Victoria and Albert Museum, Londres).

Tambien en EE.UU., con el nuevo interés por la pintura de paisaje, Asher Durand (1796-1886) junto con Thomas Cole, uno de los representantes más significativos de esta corriente, se concentra en el estudio del árbol y su ambiente (Study of a Wood interior, “Estudio del interior de un bosque”·, Addison Gallery of American Art, Massachussets). 

Con el impresionismo un pintor como Claude Monet (1840-1926), internado por el aspecto luz/color, realiza la serie de los Alamos, ademas de otras sobre el tema de la naturaleza, en la que los arboles están observado en diferentes situaciones de luz, en un juego de transparencias y texturas cromáticas que disuelven el dibujo. 

Pau Cézanne (1839-1906), uno de los protagonistas del post-impresionismo de finales del siglo XIX, representa con licencia colorista en un cuadro como Gran pino (1892-1896, Museu de arte, Sao Paulo) la impresión de lejanía, plasticidad y vacío que se observan en la naturaleza. Vicent Van Gogh (1853-1890), en sus telas con olivos y cipreses (recordemos el bellísimo ciprés flamante de Camino con un ciprés y estrella de 1890, conservado en Otero, en el Rijksmuseum Kröller-Müller) establece una relación directa con la naturaleza que lo rodea y anima sus arboles con una vitalidad atormentada e inquietante, en la que el hombre se ve continuamente reflejado en los elementos naturales. 

En la Viena de la Secesión, entre el simbolismo y el expresionismo, se coloca la experiencia de Gustav Klimt (1862-1918) que contrapone, con suma elegancia, lo decorativo al realismo. La dimensión mas propiamente naturalística de Klimt surge en la pintura de paisajes, en la que prevalece siempre una elegancia ornamental exquisitamente estetizante que interpreta en clave victoria el puntillismo francés, es decir la tendencia a separar el color puro en pequeños puntos. En el caso de Bosque, un óleo sobre tela conservado en Dresde en la Gemaldegalerie. Aquí, como en el Bosque de abedules o en  Manzano,  de la colección de Ferdinand y Adele Bloch-Bauser de Los Ángeles o en El parque (1910, MOMA, Nueva York), la densa trama de colores, en su mayoría de tonos claro, elimina las distancias y crea paisajes sin cielo, nubes ni estrellas. Egon Schiele (1890-1918), en Viena, continuador de Klimt, a cabalgo entre los siglos XIX y XX, en sus Árboles de otoño  de 1911 y en Arbolito de 1912, ambos perteneciente a una colección privada, anticipa de manera personal las inquietudes del incocienste que marcaran la experiencia del expresionismo.

En Bosque (1921, Kunsthalle, Hamburgo) de Karl Scmidt-Rottluff, la naturaleza salvaje, amada por los expresionistas, que la contraponen a la ciudad moderna, remite al caos primordial; los arboles caponeen casi una estructura arquitectónica que se asemeja a una catedral.

Pasando a través de las experiencias del cubismo y del fauvismo, llegamos al arte no figurativo de Piet Mondrian (1872-1944) que en su secuencia casi didáctica de El Árbol (1909-1912, Gemeentemuseum, La Haya)  anula las características descriptivas de la figura, sugiriendo el sentido del espacio con el uso de pocas gradaciones de colores. En Manzano en flor, de 1912, conservado tambien en el Gemeentemuseum de La Haya, Mondian de materializa la forma y describe la estructura del objeto representado mostrando las nuevas conquistas del arte abstracto. 

Llegando a épocas mas recientes recordamos la obra del diseñador italiano Bruno Munari que, siendo un agudo observador de la naturaleza y un creativo fuera de serie, realizó importantes trabajos sobre los arboles y las hojas, como el de la estructura del árbol preparado con y para niños. En su texto Fantasía, publicado en 1997 el capítulo final “De qué nace qué” muestra las posibilidad des creativas a las que se puede llegar a partir de la estructura de la hoja.

Existe una amplia bibliografía dedicada al árbol en el arte figurativo y muchos manuales enseñan a representar arboles subdividiéndolos según clasificaciones de carácter formal. En este nº45 de la colección Leonardo, hemos intentando explorar las posibilidades expresivas, relacionadas con este tipo de representación, buscando detalles y situaciones interesante, tanto par quien pinta un cuadro como para quien lo observa. La decisión de presentar algunas obras sobre las hojas es una consecuencia directa del tema “árbol”, dado que en muchos casos determina del manera preponderante su valor cromático y expresivo. Ademas, las hojas han sido siempre un tema usado en las artes decorativas en arquitectura y en las artes aplicada en general, como por ejemplo la orfebrería. El nº40 de nuestra colección titulado “Motivos decorativos” presenta muchos ejemplos de estilización de hojas con una finalidad ornamental. En este numero, en cambio , la intención es desvelar las potencialidades expresivas de gran libertad representativas, incluso en el detalle de una hoja o de un conjunto de hojas.

Para terminar, presentamos algunas obras de Sir Arthur Rackham (1867-1939) autor ingles de principios del siglo XX, famoso en el ámbito del arte figurativo. Se trata de un gran ilustrador, caracterizado por un trazo  intenso y un gran imaginación creativa. Su manera de dibujar y de pintar hizo escuela e influyó en generaciones de dibujantes y creadores de historietas. Su trazo, la caracterización de sus personajes y la elección de sus colores son inconfundibles. En los trabajos ,que presentamos, los arboles no son el elemento narrativo,, pero se convierten en protagonistas por el dramatismo que transmite y el ambiente inquietante que crean. Este es justamente el sentido de nuestra investigación: el árbol como manifestación de expresividad artística. 

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